viernes, 19 de abril de 2013

Mi efímero patio de primavera y... el eterno patio de Antonio Machado.





El limonero lánguido suspende
una pálida rama polvorienta
sobre el encanto de la fuente limpia,
y allá en el fondo
sueñan los frutos de oro… 

 Es una tarde clara, casi de primavera,
tibia tarde de marzo,
que el hálito de abril cercano lleva;
y estoy solo, en el patio silencioso,
buscando una ilusión cándida y vieja:
alguna sombra sobre el blanco muro,
algún recuerdo, en el pretil de piedra
de la fuente dormido, o, en el aire,
algún vagar de túnica ligera.
En el ambiente de la tarde flota
ese aroma de ausencia
que dice al alma luminosa: nunca,
y al corazón: espera.

Ese aroma que evoca los fantasmas
de las fragancias vírgenes y muertas.

Sí, te recuerdo, tarde alegre y clara,
casi de primavera,
tarde sin flores, cuando me traías
el buen perfume de la hierbabuena
y de la buena albahaca
que tenía mi madre en sus macetas.
Que tú me viste hundir mis manos puras 

en el agua serena, 
para alcanzar los frutos encantados 
que hoy en el fondo de la fuente sueñan…
Sí, te conozco, tarde alegre y clara, 

casi de primavera.

Antonio Machado, Soledades, galerías y otros poemas (1907)

2 comentarios:

  1. Precioso el poema de Machado. Y el patio de primaver, claro. Qué bonita esta entrada, Amaya. Poemas y flores. Qué delicia!

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  2. Gracias por seguir pasando por aquí a pesar del parón que tuve... tú mejor que nadie sabes lo que cuesta mantener toda esta labor.
    Y lo de acompañar fotos con poemas me parece que era algo que tenía que retomar, labor que dejé ya empezada en la última entrada de la estapa anterior.
    Gracias por tu colaboración, es un placer.

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